De vuelta a lo básico: cómo comenzar el tratamiento del trauma en una persona con TEA
El trastorno del espectro autista (TEA) sigue confundiendo y desconcertando a las personas. ¿Cómo interactúo con esta persona? ¿De qué es capaz? ¿Qué debo esperar? ¿Qué debo hacer o no hacer? Hay preguntas simples y preguntas complejas. También hay respuestas simples y respuestas complejas. Luego, hay otro factor que se suma a la mezcla: el trauma. Apoyar y tratar a una persona con necesidades especiales que ha sufrido un trauma puede ser una tarea abrumadora. Ya sea que sea un cuidador, un padre, un amigo, un maestro o un profesional de la salud mental, su papel es muy importante. El apoyo que brinda marca la diferencia en la curación y la resolución de experiencias traumáticas. La regla número uno que puedo recomendar es la paciencia. Junto con eso, gentileza, amabilidad y más paciencia. Para un sobreviviente, navegar por la vida después de un trauma es lo suficientemente doloroso y desafiante, pero puede ser aún más frustrante si las personas que ayudan tienen capacidades diferentes a las suyas y no sabe cómo ayudar.
Empecemos por algunos conceptos básicos. Como médico, es importante que se familiarice con los criterios de diagnóstico y comprenda que el espectro incluye a personas con una amplia gama de capacidades y discapacidades. Es importante tener en cuenta que algunas personas con TEA tienen una discapacidad intelectual (DI) comórbida, algunas tienen un coeficiente intelectual de nivel de genio y el resto se encuentra en cualquier otro lugar de la escala de coeficiente intelectual, porque el TEA puede encontrarse en todo el rango de capacidad intelectual.
Los dos primeros criterios de diagnóstico se refieren a déficits en la comunicación social y la interacción social, así como a patrones restringidos y repetitivos de conducta, intereses o actividades, según el DSM 5. Para simplificarlo, esto significa que su cliente puede tener dificultades para conectarse con usted y salir de su zona de confort. Será fundamental que recuerde tres cosas en su trabajo: seguridad, neutralidad y sintonía.
Seguridad. Una persona con TEA puede sentirse insegura en el mundo por diversas razones: la estimulación sensorial puede percibirse como dolorosa (o placentera), puede experimentar ansiedad generalizada o específica, puede haber estado expuesta a una cantidad de experiencias traumáticas y los humanos neurotípicos pueden comportarse de manera impredecible. Si bien usted, el clínico, puede sentirse confundido por el comportamiento de su cliente, recuerde que es una calle de doble sentido. Su comportamiento también puede ser confuso e inquietante para él. Puede aumentar la sensación de seguridad utilizando un lenguaje corporal no amenazante, estableciendo expectativas claras, creando un cronograma predecible y dando opciones al cliente. Si su cliente es más pequeño que usted, no se eleve sobre él. En cambio, arrodíllese o póngase en cuclillas a su nivel. Siéntese en el piso o en una silla con él. Déle al cliente muchas opciones, incluso si la elección le parece benigna. “¿De qué color le gustaría un marcador?” “¿Papel amarillo o verde?” “¿Quiere sentarse aquí o allí?” “¿Le gustaría leer esto usted mismo o debería leerlo en voz alta?” Darle opciones a una persona le permite tener cierto control, afirmar sus deseos y tener éxito en pequeños momentos cada día, lo que conduce al crecimiento personal y a mayores éxitos en el futuro.
Neutralidad. Como se ha señalado anteriormente, la estimulación sensorial puede afectar a una persona con TEA de forma diferente. Puede ser emocionante o abrumadora, e incluso puede alternar entre esos extremos sin previo aviso. Como ayudante, puede intentar proporcionar un espacio con poca distracción visual: cortinas en las ventanas, paredes en blanco o con tonos apagados, iluminación suave constante y sonido limitado, todas ellas suelen ser adaptaciones beneficiosas. Su cliente puede apreciar que no use perfume ni colonia. Siempre debe preguntar antes de tocar a una persona con TEA (en realidad, a cualquier persona, en cualquier lugar, porque no conoce su preferencia de tacto, su historial de traumas o si tiene permiso para tocarla).
Además, a algunas personas con TEA les cuesta hacer contacto visual. No fuerces esto. Muchas personas se acercan a un niño y giran la cabeza para intentar hacerlo. Esto es invasivo y puede hacer que el niño se sienta incómodo. Es posible que eviten el contacto visual para escuchar y prestar atención a lo que dices. Es posible que lo eviten porque tus ojos distraen demasiado y sobreestimulan visualmente. Sea cual sea el motivo, intenta recordar que hay otras formas de conectar y de saber si un niño te está escuchando.
Tampoco debe tomarse ninguna reacción como algo personal. Es posible que deba modificar su comportamiento o sus exigencias, pero recuerde que sus objetivos son ayudar, empoderar y garantizar la dignidad y el respeto de su cliente. Manténgase neutral, lo mejor que pueda, por el bien de su cliente.
Sintonización. ¿Cómo se pueden tener presentes todas estas instrucciones a la vez? Mediante la sintonización. La sintonización es una práctica terapéutica que básicamente implica estar conectado con la persona. Es una forma de construir una relación sólida y empatizar con ella. Requiere atención plena e intención, porque si estás distraído, no puedes estar en sintonía con tu cliente en ese momento. Muchos adultos aprenden sobre la sintonización a través de la crianza. Estar consciente de tu bebé y responder a él son las dos primeras habilidades necesarias para lograr una sintonización exitosa. Lo mismo ocurre con tu cliente. Debes estar consciente de él y responder a él para construir una relación de apoyo.
Puedes pensar en ello como en “estar en sintonía” con toda la información no verbal que te está dando el cliente. Presta atención a su lenguaje corporal, expresiones faciales, cualidades de movimiento, ritmo del habla, tono de voz y volumen de voz. Cuando estás en sintonía, puedes ver y sentir cambios sutiles en estas señales no verbales, así como en su comportamiento, estado emocional y narrativa. Básicamente, se trata de un superpoder que puedes adquirir con la práctica.
Recuerde: seguridad, neutralidad y sintonía. Además, paciencia, amabilidad, bondad y más paciencia. Estos son los ingredientes clave para su trabajo. Son solo sugerencias muy básicas sobre cómo abordar y comenzar una relación terapéutica con una persona con TEA. Hay una multitud de temas importantes que no he tratado aquí. Sin embargo, espero que esto sirva como base y plataforma de lanzamiento para su trabajo clínico con personas con TEA que han sufrido traumas.
Por Gretchen Tucker