El poder de la gratitud en la vida familiar 

Teenager smiles while giving his mom a big hug

La gratitud surge con facilidad en la fiesta de cumpleaños. Los padres han llenado el día con regalos, comida especial, pastel, globos y atención especial. Se han compartido listas de regalos de cumpleaños con familiares y amigos. A medida que se reparten los regalos, los gritos de alegría y las sonrisas alegres saludan cada nuevo obsequio. Pero luego llega el momento de la verdad: EL REGALO PRÁCTICO: el par de calcetines, el suéter o la primera corbata. Los jóvenes agradecen diligentemente al donante sensato y luego regresan rápidamente a los regalos favoritos. Sin embargo, a pesar de su falta de brillo y resplandor, el regalo práctico a menudo perdura. Ese suéter mantiene al estudiante abrigado en el autobús. Esa corbata señala otro paso hacia la edad adulta. La vida está llena de momentos valiosos que son fáciles de ignorar pero que merecen gratitud. A veces, cultivar la gratitud significa aprender a valorar los calcetines. 

Recalibrando la gratitud

Como dice el refrán, la familiaridad genera desprecio, y tal vez lo más familiar sea la familia. Es fácil dar por sentados a los hermanos y a los padres. Sin embargo, todo el mundo necesita que le recuerden que el mundo está lleno de regalos y que la familia es uno de ellos. 

La familia también desempeña un papel importante a la hora de inculcar la gratitud. La Dra. Dani Moyer destaca la importancia de la perspectiva. “Cuando centramos nuestra atención en lo bueno de nuestra vida, los componentes que nos hacen sentir tristes o preocupados se minimizan. Esto puede darnos una sensación de libertad emocional y serenidad, independientemente de lo que enfrentemos”. Los padres son fundamentales para dar ejemplo de gratitud recordando a los niños los placeres simples y cotidianos. Tanto un día soleado como una tormenta son regalos. Nuestros deseos tienden a hacernos ver las cosas con claridad; la conciencia del momento elimina esas anteojeras. 

Nuestros deseos suelen limitar nuestra perspectiva, pero ser conscientes del presente puede ampliar nuestra visión. De manera similar, los padres desempeñan un papel vital a la hora de alejar a los niños del miedo y la agresión, y conducirlos hacia la positividad y la aceptación. Los desafíos que enfrentamos en la vida suelen convertirse en partes integrales de nuestra identidad, al igual que la ropa de uso diario. A veces, nos detenemos en posibilidades negativas y escenarios desfavorables; esto es normal y automático, ya que nos capacita para manejar situaciones adversas. Sin embargo, también afecta nuestra capacidad de sentir gratitud. La rumia, o el viaje mental en el tiempo, amplifica este tipo de introspección pesimista, y las investigaciones muestran que estar presente en el momento aumenta la felicidad incluso en momentos desagradables. La ADAA nos recuerda: “Resulta sorprendentemente difícil acceder a la gratitud (realmente acceder a ella) y, al mismo tiempo, quedarse atrapado en la negatividad. Cuando te encuentres atrapado en esos pensamientos negativos o comenzando a caer en una espiral, desafía a tu mente a encontrar algo en ese momento por lo que estar agradecido. Al hacerlo, estás combatiendo el contenido negativo de tus pensamientos y llevando tu mente al presente”. Las posibilidades positivas están cerca en situaciones desafiantes. Los problemas simples, como un pinchazo, pueden abordarse con alegría y verse como una oportunidad para enseñar. Los calcetines siguen siendo valiosos, incluso cuando están empapados. Además, cada día contiene tareas que se vuelven mejores cuando se hacen con alegría. Limpiar y poner la mesa, lavar los platos y sacar la basura se convierten en cargas felices. 

Aprovechar la gratitud

Debido a su cercanía, las familias se ven tentadas a recordar los conflictos y olvidar los elogios. Un clima de gratitud y disposición a perdonar desterrará el resentimiento y la amargura, dos ladrones primarios de la gratitud. En lugar de frases que incluyan “tú siempre” y “tú nunca”, podemos agradecernos activamente unos a otros y recordar por qué estamos agradecidos por nuestras familias. 

En otras palabras, todo el mundo necesita un animador, y la familia es la que mejor sostiene los pompones. La gratitud por las personas que conocemos, las cosas que poseemos y las situaciones que enfrentamos nos llevará naturalmente a tener una mejor perspectiva. Expresar gratitud también tiene claros beneficios físicos. Kristin Francis Escribe: “Expresar gratitud puede cambiar positivamente tu cerebro. Aumenta la dopamina y la serotonina, los neurotransmisores del cerebro que mejoran tu estado de ánimo de inmediato, brindándote esos sentimientos positivos de placer, felicidad y bienestar”. Una familia que reflexiona mentalmente y expresa verbalmente su gratitud hacia los demás obtendrá resultados físicos en la química cerebral.  

Formas sencillas de vivir con gratitud 

Es fácil centrarse en las cosas que nos faltan y en las experiencias disruptivas de la vida. Pero, incluso en los momentos más oscuros, centrarse en las personas positivas, las oportunidades ocultas en los desafíos y los pequeños momentos ayudan a recalibrar nuestra perspectiva. Es útil mostrar aprecio por los miembros de nuestra familia y compartir ese aprecio. Es bueno apreciar la calidad que envuelve cada experiencia diaria: lavar los platos juntos, comer juntos y terminar un proyecto juntos. Es bueno aprender a apreciar los calcetines.